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Comenzar el año con arrepentimiento

Writer's picture: Asher IntraterAsher Intrater


A todos nos gustan las cosas nuevas. De hecho, el proceso de todos los seres vivos requiere renovación constante. Dios envía Su Espíritu y la creación se renueva (Salmo 103:5, 104:30).


Si queremos renovar, debemos deshacernos de las cosas viejas. El tanque del agua en el tercer piso de la iglesia de Tabitha, nuestra amiga pastora en Canadá, reventó arruinando el mobiliario de los dos pisos inferiores. Seguidamente, ella soñó que el Señor le decía que “hiciera limpieza en la iglesia” (materialmente y espiritualmente). Ahora tienen la oportunidad de renovar todo.


La renovación espiritual comienza con el arrepentimiento. Compartimos la visión bíblica de avivamiento y restauración mundiales. Pero ese proceso empieza con el arrepentimiento de cada individuo. De hecho, el arrepentimiento es la primera palabra del mensaje bíblico. El propósito de la Torá es llevarnos a ese punto en que comprendemos cuánto necesitamos arrepentirnos (Romanos 3:20) y que la bondad de Dios nos lleva a ese arrepentimiento (Romanos 2:4).


Juan el Bautista (el último profeta israelita antes del Mesías) preparó el camino para el evangelio:

Mateo 3:2Arrepentíos porque el reino de Dios está cerca.


Yeshúa predicó Su primer mensaje:

Marcos 1:15El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.


Los discípulos salieron a predicar el arrepentimiento y a hacer milagros:

Marcos 6:12-13Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.

Cuando Pedro (Shimon) predicó después de Shavuot-Pentecostés, llamó al arrepentimiento, a la inmersión en agua y a recibir el Espíritu Santo:


Hechos 2:38 Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre del Mesías Yeshúa para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Cuando Shimon predicó de nuevo este mensaje, añadió los elementos de avivamiento y restauración:


Hechos 3:19-21 – Arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor y Él envíe a aquél designado de antemano, Yeshúa el Mesías, a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas.


Observa el patrón: 1, Arrepentimiento, 2. Refrigerio, 3.Restauración. La palabra griega para refrigerio es anapsuxis, ana es nuevo, psuxis es alma (como en psicología). El arrepentimiento lleva a la renovación del alma, lo cual lleva a la restauración de todo lo demás.


La palabra restauración, traducida al hebreo, es tikkun, de la que tomamos el nombre de nuestro ministerio: tikkun, por la restauración de todas las cosas. A menudo decimos que tenemos visión para un movimiento mundial de avivamiento y restauración. Es verdad. Pero recordemos que ha de comenzar con el arrepentimiento personal.


Cuando Pablo (Shaul) trajo su mensaje a Europa, recalcó que el arrepentimiento es para todos:


Hechos 17:30Habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan.

En los mensajes a la Iglesias en Apocalipsis, Juan (Yochanan) cita a Yeshúa en su visión, diciendo:


Apocalipsis 3:19Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé pues, celoso y arrepiéntete (ver también Apocalipsis 2:5, 2:16, 2:22, 3:3).

Así pues, de la Ley a los Profetas, de los Evangelios a los Apóstoles, el mensaje constante de la Biblia es que todos necesitan arrepentirse.


Arrepentirse en hebreo es teshuvah, תשובה, que significa primeramente volver. Toda persona se ha apartado de Dios. Y debemos volvernos a Él. Es como un hijo pródigo volviendo a casa a abrazar a su padre (Lucas 15). Por desgracia, muchos han cambiado el significado de este sencillo mensaje de relación personal por un ritual religioso que no era la intención original.


Arrepentirse en griego es metanoia, que significa simplemente un cambio de actitud interno, un cambio (meta) de mente (noia). Las palabras arrepentirse y arrepentimiento aparecen unas 80 veces en el Nuevo Pacto. La clave aquí es cambiar, no revolcarse en la culpa y la autocondenación.


El cambio, el arrepentimiento tiene dos pasos. Significa dejar de hacer lo que está mal y volver a la intimidad con nuestro amoroso Padre celestial. Cambia de actitud, deja de hacer cosas destructivas y egoístas y vuélvete a Dios.


Aunque el concepto es tan sencillo, tanto spiritual como moralmente, es sorprendente que la gente no se arrepienta, generalmente. La gente no quiere cambiar; no quiere admitir que está equivocada; no quiere admitir que otra persona esté en lo correcto.


En la política vemos un ángulo diferente. Ambas partes se acusan mutuamente de corrupción. ¿Quién tiene razón? Ambos, porque los dos han pecado. A ve la corrupción de B y quiere que B cambie. B ve la corrupción de A y quiere que A cambie. Ninguno de los dos ve su propia culpa y, por tanto, ninguno cambia.


Esto ocurre no solo en política, sino en nuestras comunidades de fe, también. Unos llaman a otros a arrepentirse sin estar dispuestos a arrepentirse ellos mismos. Todos son “justos a sus propios ojos”. Pero antes de poder ser el “reprensor” que está a la puerta, debemos ser el “arrepentido” en nuestras propias almas.


Este mensaje universal de arrepentimiento es cada vez más urgente y relevante, al entrar en los tiempos de tribulación de los días finales. El año pasado fue difícil, con una epidemia a nivel mundial y los daños psicológicos y económicos resultantes de ella. Todo el mundo está buscando la solución o la vacuna correcta.


La situación mundial va a ser más difícil. La respuesta no es política, económica o científica. La causa fundamental es moral y espiritual. La mala situación en el mundo es el resultado de la mala situación en el corazón humano. Nuestro comportamiento afecta a la creación que nos rodea. Los desastres naturales son un aviso del Creador de que todos hemos hecho mal y necesitamos cambiar.


Yeshúa fue informado de que Pilato había asesinado brutalmente a unos galileos. Sus seguidores le hicieron preguntas “teológicas” o “políticas”. ¿Cómo podía Dios permitir esto? ¿Deberíamos pelear contra el César? ¿Los que sufrieron eran peores que otros? Yeshúa también se refirió a un desastre natural por el que una torre se derrumbó sobre varias personas en Jerusalén. ¿Por qué la torre cayó sobre ellos y no sobre otros?

La respuesta de Yeshúa los sorprendió a ellos, nos sorprende a nosotros y debería hacernos parar a pensar en el significado espiritual de los desastres tanto políticos como naturales.


Lucas 13:2 : Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Todos hemos pecado. Todos merecemos ser castigados. Los desastres naturales y políticos son resultado de nuestro pecado. Y son una advertencia de Dios. No es que aquellos que sufren sean la “excepción” a la regla y los demás estemos “bien” moralmente y espiritualmente. Es por la gracia de Dios que no somos destruidos todos. Él permite que algunos sufran ahora como advertencia al resto de nosotros: “Todos vosotros sois como ellos. Todos sois egoístas y pecadores. Todos merecéis ser castigados”. Es una advertencia misericordiosa, porque Dios nos ama. Si nos arrepentimos, Él puede ser más misericordioso. Uno de los propósitos de Dios al permitir el sufrimiento es llevarnos al arrepentimiento.


Según nos acercamos al tiempo del juicio eterno, Dios, en su amor por nosotros, aumenta los tiempos difíciles para ayudarnos a escapar de un castigo peor. Los sufrimientos temporales en el mundo, incluso los más horribles y dolorosos, son mucho menores que cualquier clase de castigo eterno.


En los días finales antes del Juicio, Dios incluso provocará horribles alteraciones solares en las que el sol se calentará aún más y la gente se quemará y luego todo se oscurecerá, tanto física como moralmente. Todos estos desastres son un mensaje urgente y candente para que nos arrepintamos antes del Día del Juicio.


Apocalipsis 16:8-11: El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.


La mayoría de la gente no se arrepentirá pero Dios hará todo lo posible para “empujar” a la gente al arrepentimiento. Los problemas en el medio ambiente y en la economía, en la política y la medicina, son señales de Dios para que nos arrepintamos.


No importa quiénes seamos o en qué situación estemos, aprendamos esta sencilla lección y hagámoslo. Que cada uno de nosotros se arrepienta de sus malas actitudes y acciones y volvámonos a nuestro Padre celestial, que nos ama.


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