Los Wagner son una familia muy trabajadora de la Congregación Ahavat Yeshua en Jerusalén. Como en muchas familias, durante años los hijos presionaron a sus padres para que tuvieran un perro. Conscientes de la cantidad de trabajo y de los gastos que conlleva una mascota, los padres se negaban constantemente.
Sin embargo, cuando el quinto hijo se graduó de la escuela superior y David, el más pequeño, se quedó solo, los padres, Hannah y Alon, reconsideraron. Un perro podría ser un buen compañero para David.
Así es que empezaron a buscar, imaginando qué tipo de perro sería apto para su familia. Debía estar parcialmente entrenado, de bajo mantenimiento, en buen estado de salud.
David y su hermano Shmuel (ahora un soldado) encontraron un anuncio de una agencia de adopción en Tel Aviv y fueron todos a visitarla. Luego de examinar a los numerosos candidatos caninos, se decidieron por uno que casi cumplía con los requisitos. Los padres no estaban seguros y dijeron que necesitaban un día para pensarlo.
De camino a casa desde la perrera, Hannah, una ferviente intercesora, recibió una llamada. Unos buenos amigos que ahora viven en Estados Unidos, con los que no habían hablado en meses, tenían un pedido. Un conocido al que habían contratado para que cuidara su casa y su mascota en Israel, ya no podía hacerlo. Querían dar en adopción a su adorada perra y, en oración, habían pensado en los Wagner. El problema: la perra debe ser recogida ese mismo día.
Extática por esta oferta "divina", Hannah aceptó inmediatamente. Sin más información, recogieron la perra y sus papeles y regresaron a casa.
Apenas bajaron del auto, un hombre en la calle los detuvo. "¿Es eso un Corgi?", preguntó emocionado, "crecí con un Corgi y me encantó, ¡y nunca he visto uno en Israel!"
David y Shmuel corrieron dentro de la casa, revisaron los papeles y abrieron una búsqueda en la computadora. Efectivamente, su nueva perra adoptada era un Corgi de pura raza, como la querida mascota de la reina Isabel. Y además, el nombre de la perra era Viva. (Los Wagner son de origen español).
¡El Señor, en Su infinita bondad, había escuchado el alma del dueño de un perro y de un buscador de perros, y bendijo a dos familias más allá de lo que podían pedir o pensar!
“Y a Aquel que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros…” (Efesios 3:20)