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Writer's pictureAsher Intrater

El hijo “más grande” de David

 (Una perspectiva judía sobre la doble naturaleza del Mesías)



La fe del antiguo Israel comenzó con un hombre, Abraham, y su familia. Esa familia se convirtió en una tribu y, finalmente, en un pueblo (en la época de Moisés). Cuando ese pueblo encontró una patria en Canaán, empezó a organizarse como nación. La nación necesitaba un gobernante de alto rango: un rey.


El pueblo exigió su propio rey a su manera, sin someterse a la voluntad de Dios. Esto dio lugar a un reino cuyo poder y autoridad se asentaban sobre una base errónea, y el rey equivocado. Esa primera monarquía humana, bajo el rey Saúl, estaba condenada al fracaso. No obstante, la idea de un reino y un rey para la nación de Israel, cuyo poder y autoridad provinieran de Dios, era el plan original de las Escrituras desde antes de la creación del mundo (véase Mateo 25:34).

 

El Gobierno del Reino de David

 

Ese reino se inició con la elección de Dios, el rey David. Hubo tensión y guerra durante muchos años entre el reino "político" de Saúl y el reino "espiritual" de David. Finalmente, el reino de David se impuso y se estableció la primera etapa de la monarquía predestinada por Dios. Dios prometió a David que su reino y su trono durarían para siempre (II Samuel 7:13-17; Salmo 89:3-4, 19-20).

 

El concepto de un imperio eterno y divinamente avalado se convirtió en el eje central de la fe del antiguo Israel. Es el fundamento de lo que hoy llamamos "el reino de Dios". Este reino ideal debía ser dirigido por un rey ideal. Él encarnaría los valores perfectos de esta sociedad perfecta. Este rey divinamente "ungido" era conocido como el Mesías o Mashiaj (que significa ungido en hebreo). Este Mesías fue descrito como el hijo " más grande " de David.

Las escrituras del Nuevo Pacto comienzan estableciendo el hecho de que Yeshúa (Jesús) es ese hijo de David.

 

Mateo 1:1, 17
El libro de la genealogía del Mesías Yeshúa, hijo de David, hijo de Abraham:
Todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce, desde David hasta la cautividad catorce generaciones, y desde la cautividad hasta el Mesías catorce generaciones.

(Nótese que en hebreo los números se escriben con letras; y las palabras se escriben sin vocales. David se escribe D-V-D. D = 4 y V = 6. Por lo tanto, el nombre David ¡numéricamente equivale a catorce!).

 

El punto de partida del Nuevo Pacto es que Yeshúa es hijo de David, y Su reino una continuación del reino de David. Esta conexión entre David y Yeshúa es esencial. El reino mesiánico fue prometido a David y a su descendencia. Si Yeshúa no está conectado con David, entonces no puede ser el Mesías. Los judíos tienden a tener dificultades para ver el reino de David como continuación hasta Yeshúa, mientras que los cristianos tienen dificultades para ver el reino de Yeshúa conectado históricamente con el de David.

 

La visión del Reino de Isaías

 

Aunque David era un hombre justo e inspirado por Dios, no era perfecto y no podía cumplir todos los requisitos del Mesías perfecto. Había cierta esperanza de que su hijo Salomón alcanzaría esa perfección ideal del Mesías. Por muy grande y sabio que fuera Salomón, él tampoco era perfecto, y terminó cayendo en más pecados que su padre David. Con el hijo de Salomón, Rejavam, la situación no mejoró, sino que se fue empeorando. 

 

Si bien la esperanza del rey mesiánico y del reino se mantuvo dentro de la nación de Israel, el reino y sus reyes estaban plagados de continuos problemas. Algunos de los profetas de Israel (como Elías) empezaron a confrontar al pueblo con su pecado, mientras que otros profetas (como Isaías) empezaron a vislumbrar un reino nuevo y mejorado a un nivel espiritual más alto. Isaías 2 describe un mundo de paz internacional y avivamiento espiritual con capital o centro en Jerusalén.

 

Isaías vio no sólo una superación espiritual del reino de David, sino también a un rey especial que dirigiría ese reino. Este rey se llamaría Emanuel (Isaías 7:14; 8:8), Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Este "Hijo" especial no acabaría con el reino de David, sino que lo extendería y lo perfeccionaría.

 

Isaías 9:7
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, para ordenarlo y establecerlo con juicio y justicia.

Isaías comenzó a describir a este rey mesiánico como hijo de David, pero aún más que hijo de David.

 

Isaías 11:1
Saldrá vara del tronco de Isaí, y renuevo de sus raíces.
(Esto muestra que es un descendiente físico humano de David).

Isaías 11:2
Reposará sobre él el espíritu de Jehová, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Jehová.

(Esto muestra que tendrá una unción sobrenatural, desconocida hasta entonces para ningún hombre de aquella época).

 

Así que Dios prometió primero un gobierno básico del reino a David. Luego Dios profetizó dimensiones adicionales y espirituales sobre ese reino por medio de Isaías.

 

El Rebe mesiánico

 

Durante los últimos cien años, la corriente jasídica del judaísmo ortodoxo ha desarrollado una concepción de sus rabinos principales (llamados "rebbe") como una figura mesiánica con unción sobrenatural. El rebbe es algo más que un líder rabínico. Es un Tsaddik, un hombre tan santo y recto que parte de su santidad y rectitud se imparte a sus seguidores, que se asocian e identifican con él. Se le considera una especie de escalera que conecta al hombre con Dios. 

 

En parte de la literatura del movimiento Lubavitch, se afirma que el Rebe Schneerson tenía la unción de Isaías 11:2 y, por lo tanto, era más que un simple hombre mortal. En el movimiento Breslev afirman que existe un poder redentor y sobrenatural en recitar el nombre de su Rebe, Najman, una y otra vez en una frase parecida a un mantra ("Na Naj Najman Meuman").

 

Los movimientos Lubavitch y Breslev ven a sus rebbes como descendientes del Rey David y, por  consiguiente, como el Mesías B'cheskah. Esto se refiere a alguien en la posición del Mesías; que es potencialmente el Mesías; el Mesías en etapa formativa. (El movimiento Lubavitch llegó a decir que Isaías 53 se refería a su rebbe cuando estaba enfermo antes de morir).

 

Así que la idea de que el Mesías es hijo de David, pero aún más que hijo de David, no es extraña al mundo judío, ni en los profetas, ni siquiera en algunas corrientes del judaísmo rabínico. A esto se refería Yeshúa cuando dijo: "¿Cómo puede el Mesías ser a la vez hijo de David y Señor de David?". - Mateo 22:42-45; Lucas 20:41-44. Esta tensión entre que el Mesías sea un hombre, pero más que un hombre; hijo de David, pero más que hijo de David, es un desafío dramático que queda sin resolver al final del período de la Ley y los Profetas.

 

El hombre celestial

 

La visión de Isaías del Mesías fue un gran paso adelante en la revelación profética del reino de David. La comprensión del Mesías en la Nuevo Pacto es otro salto adelante en la misma corriente profética. Aquí sale a la luz la plenitud de la naturaleza sobrenatural y divina del Mesías.

 

Es interesante que la revelación de la naturaleza divina del mesías en la Nuevo Pacto se explique remitiéndonos a una figura de la Ley y los Profetas: no el rey David, sino la figura conocida como el "Ángel del Señor". He aquí algunos ejemplos:

 

  • En Génesis 18, un hombre celestial visita a Abraham y se le designa, por un lado, como un ángel de Dios y, por otro, como el propio YHVH.

  • En Génesis 32, el ángel que lucha toda la noche con Jacob es denominado a la vez hombre y Dios (El Shaddai).

  • En Éxodo 3, la figura dentro de la zarza ardiente que habla con Moisés se le llama ángel, pero también YHVH Dios mismo.

  • En Éxodo 14, el mismo Dios-ángel aparece dentro de la columna de fuego y nube, y guía a los hijos de Israel a través del Mar Rojo y de su peregrinar por el desierto.

  • En Éxodo 24, Moisés y Aarón, junto con setenta ancianos de Israel, ven al Dios de Israel en forma de hombre en la montaña y comen con él.

  • En Josué 5, la misma figura que está en la zarza ardiente se encuentra con Josué antes de la batalla de Jericó. Se le llama capitán de los ejércitos angélicos de Dios, y sin embargo, Josué se inclina y le adora, quitándose los zapatos como hizo Moisés en la zarza ardiente.

  • En la visión de Ezequiel 1, en lo alto del fuego de la gloria hay un trono con un "Hombre" sentado en él. De nuevo, esta es una revelación de Dios apareciéndose a la humanidad en forma de hombre.

  • En Zacarías 2 - 3 este ángel del Señor aparece de pie ante Josué el sumo sacerdote. En el capítulo 2 versículo 10 dice que él es YHVH, y en el versículo 11 dice que YHVH lo ha enviado.

  • En Daniel 7 este Mesías divino es llevado ante el trono del Anciano de Días. Se le da autoridad eterna sobre todas las naciones, y esas naciones le adoran.

  •  En Daniel 10 el ángel divino del Señor se aparece en relámpagos y fuego y le dice a Daniel lo que sucederá en los últimos tiempos.

 

Nota: La forma hebrea de la frase "el Ángel del Señor" se llama s'mijut. En esta estructura gramatical se colocan dos sustantivos juntos, algo así como en las palabras inglesas "book-end" o "camp-fire". Literalmente dice Ángel-YHVH. Las palabras "el" y "de" no aparecen en el original. Esto puede significar "un ángel que viene del Señor" o simplemente "Ángel Jehová".

 

El misterio del Mesías

 

¿Cómo es posible que este personaje sea a la vez un mensajero de Dios y el propio YHVH? Ciertamente, este misterio atormentaba a los rabinos. Sus opiniones estaban divididas. El Talmud ("Tratado de Shavuot", 35:72) dice que el nombre de estas figuras era Kodesh (santo), lo que significa que eran divinas. Por otro lado, el Midrash, según Rashi, dice que todos eran Jol (no santos), es decir que eran meros hombres o ángeles. Este misterio no se resuelve ni en la Ley ni en los Profetas, ni en los escritos rabínicos.

 

La Nuevo Pacto comienza en Mateo describiendo a Yeshúa como el hijo de David. Termina en Apocalipsis describiendo a Yeshúa como el ángel divino del Señor (Apocalipsis 1:8, 11-17). Esta descripción de Yeshúa es virtualmente idéntica a la descripción del ángel de YHVH en Daniel 10.

 

Yeshúa es el ángel divino del Señor que se apareció a todos nuestros antepasados. Nosotros reaccionamos a la divinidad de Yeshúa el Mesías de la misma manera que nuestros patriarcas y profetas reaccionaron a la divinidad del Ángel YHVH. Nuestros antepasados le adoraron y establecieron un pacto con Él. Él es a la vez un emisario de Dios y una epifanía de Dios.

 

Hace dos mil años, ese ángel divino nació en medio de los hombres como hijo de David, circuncidado al octavo día. Se cumplió de ese modo la profecía del nacimiento milagroso de Emanuel (Dios con nosotros) de Isaías 7:14.

 

La revelación completa del Mesías combina dos imágenes diferentes de la Ley y los Profetas hebreos: Rey Davídico y Ángel Divino. (En hebreo, "rey" es melej y "ángel" es malaj. Yeshúa es a la vez "melech" y "malach"). La palabra clave en esta tensión dinámica es "ambos".

 

Muchos de los misterios de la Biblia se resuelven comprendiendo que Dios une dos cosas que son diferentes, aparentemente contradictorias: el matrimonio de marido y mujer (Génesis 2, Efesios 5), la reconciliación entre Israel y la Iglesia (Ezequiel 37, Romanos 11), dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:21), la unión del cielo y la tierra (Génesis 1, Efesios 1:10).

 

En el caso del Mesías Yeshúa, tenemos el gran misterio (I Timoteo 3:16) de la unión de lo humano y lo divino. Génesis 1:26-28 afirma que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Sólo en Yeshúa vemos al hombre llegar a ser plenamente la imagen de Dios, y a Dios llegar a ser plenamente la semejanza del hombre.

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