Existe un equilibrio perfecto en la enseñanza de las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. La Palabra de Dios es una "espada de dos filos" Hebreos 4:12. Corta en dos direcciones. Si enseñamos sobre el amor y la misericordia de Dios, también debemos enseñar sobre el temor de Dios y la santidad. Si reprendemos a otros por el pecado, también debemos arrepentirnos de nuestros propios pecados. Como Dios promete proveer todas nuestras necesidades, también advierte contra la avaricia.
Los maestros bíblicos inmaduros usualmente enseñan con entusiasmo sobre un lado de la espada. Esto puede comenzar bien, pero años más tarde sus congregaciones pueden volverse heréticas o sectarias porque sólo un lado de la verdad bíblica fue "sobreenseñado."
En el pensamiento hebraico, existe el concepto de "medida contra medida". Yeshúa habló de esto "Con la medida con que midáis, os será medido" - Mateo 7:2, Marcos 4:24. Lo mismo ocurre en la justicia bíblica: "Alma por alma, ojo por ojo, diente por diente" - Éxodo 21:23-24.
Hay un equilibrio perfecto entre la humanidad de Yeshúa y Su divinidad. Él es "simiente de David" e "hijo de Dios" - Romanos 1:3-4. Él es "Rey de Israel" - Juan 12:13, y "cabeza de la Iglesia" - Efesios 1:22. El equilibrio entre estas dos funciones también supone un equilibrio entre el plan de Dios para Israel y para la Iglesia. Todo Israel se salvará y toda la Iglesia será injertada en Israel (Romanos 11:17, 26).
La Iglesia tiende a ver el aspecto celestial del reino de Dios, mientras que Israel ve el lado terrenal. Ambas cosas son ciertas. A través de Yeshúa, todas las cosas serán unificadas, tanto en el cielo como en la tierra (Efesios 1:10).
Las escrituras del Antiguo Pacto estaban escritas en hebreo, de derecha a izquierda. El Nuevo Pacto fue escrito en griego, de izquierda a derecha. El pensamiento clásico hebreo y griego son opuestos. Tenemos dos lados del cerebro: el derecho para el pensamiento creativo y el izquierdo para el analítico. Tenemos dos ojos para ver. Con uno solo, nuestra visión es limitada. Pero cuando ambos trabajan juntos, tenemos percepción de la profundidad y equilibrio.
La cruz es un símbolo geométrico de equilibrio: arriba y abajo; izquierda y derecha. Ofrece el perdón por la gracia del Salvador y exige sumisión a la autoridad del Rey. Reconcilia el cielo y la tierra, y se extiende de Oriente a Occidente. En física y química, a toda acción corresponde una reacción igual y opuesta.
En una de nuestras sesiones de oración, vi en mi corazón la imagen de un águila planeando en el aire con las alas desplegadas. Si el equilibrio se inclinaba lo más mínimo, empezaba a caer. Al permanecer perfectamente equilibrada, podía planear sobre el viento casi sin esfuerzo. Así debemos estar perfectamente equilibrados en la Palabra y el Espíritu.