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En la transmisión global de hoy, Asher aborda un tema muy difícil: la humildad, la santidad y el quebrantamiento de corazón a la luz del pecado sexual entre los líderes espirituales.
Salmo 51:10-12, 17
Crea en mí o Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de Tu presencia,
y no quites de mí Tu santo Espíritu. Restitúyeme el gozo de Tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.
Los sacrificios a Dios son un espíritu quebrantado; Tú no despreciarás al de corazón humilde y arrepentido.
Después de que el profeta Natán confrontara a David por su pecado, él reconoció la gravedad de su pecado ante Dios. En el temor de Dios, se dio cuenta de que lo que acababa de hacer ponía en peligro todo el reino de Dios en la tierra. Su pecado se hizo público, quedó expuesto en toda su depravación. Dios tuvo que exponerlo porque necesitaba seguir adelante con Su plan a pesar del pecado de David.
Durante el último año, muchos ministerios alrededor del mundo se han enfrentado a acusaciones de pecado sexual. Aquí en Tikkun Global, creemos en las relaciones de pacto. Queremos manejar estas situaciones correcta y juiciosamente. Pero con todas nuestras buenas intenciones de seguir el proceso correcto, simplemente tenemos que llegar al punto en que nos sintamos quebrantados de corazón por todo esto. Es repugnante; hay dolor, hay pecado, hay disfunción en todos los niveles. Y tenemos que hacer un alto, y tratar con ello ante Dios.
En el capítulo 9 de Esdras, después del regreso victorioso de Israel del exilio, justo en medio del regocijo, Israel tuvo que lidiar con el pecado sexual de los líderes. Esdras respondió arrancándose la barba, rasgándose la camisa y llorando por el pecado de su pueblo. Sólo después de un profundo arrepentimiento fueron capaces de pasar por el proceso judicial de qué hacer al respecto en el capítulo 10.
VEA hoy como Asher contrasta la disfunción sexual del linaje de David y la respuesta justa de Miriam al mantener su pureza en medio de una generación malvada y se convirtió en la madre de Yeshua.
Vivimos en un mundo impío. Todos tenemos que escoger la santidad por encima del amor o incluso la amistad con el mundo. Necesitamos caminar en humildad, en santidad, con el corazón quebrantado ante el Dios vivo para ser vasijas justas en la tierra.
