Revive Israel
Yad Hashmonah, Israel
Como madre de un soldado y amiga de mujeres cuyos hijos y esposos están en combate, pienso a menudo en los versículos que hablan de buscar y procurar la paz. ¿Cómo puede un soldado que ama al Señor servir también en combate? Para ser un luchador por la paz, creo que es esencial no regocijarse en la muerte del enemigo, sino cultivar siempre el amor y la compasión de Dios. Esto significa buscar constantemente la justicia y el reino de Dios, incluso en la batalla.
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". (Mateo 5:9)
En hebreo, la palabra "pacificadores" se traduce רודפי שלום (rodfey shalom). Esta frase significa literalmente "aquellos que buscan/persiguen la paz". Significa buscar la paz por la fuerza, incluso en la noche oscura y sombría de la guerra y el odio. El Espíritu Santo que habita en nosotros grita "Abba Padre" por el sufrimiento que vemos. Somos sus hijos, y Dios, que vive en nosotros, nos trae su reino y su paz porque está dentro de nosotros. A través de Su Hijo podemos ir de gloria en gloria y traer perdón, gracia y paz a través de nuestro comportamiento. En la Biblia leemos claramente que ocurren guerras, pero al mismo tiempo la Biblia recalca cómo la paz de Dios puede transformar para bien la vida de las personas y las comunidades.
"Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres". (Romanos 12:18)
A cada momento en la guerra nos enfrentamos a profundas y complejas cuestiones morales, por lo que es esencial ser un pacificador y estar cubierto por el poder de Dios, confiando constantemente en Su guía. La guía de Dios es el camino para resolver la tensión entre la guerra y la paz. Muchos soldados que conozco son ejemplos vivos: No luchan por venganza, sino por la necesidad de defender y proteger. En la mejor forma posible, tratan de encarnar el amor y la paz a la vez que reflejan a Yeshúa a quienes les rodean.
Tras la trágica masacre del 7 de octubre, una gran cantidad de ira brotó del corazón de la gente. Sin embargo, con el Señor de nuestro lado, somos capaces de superar hasta el más grande dolor. Es imposible actuar con venganza mientras buscamos construir el reino de Dios y conformarnos a su imagen. Nuestro combate debe ser dirigido con un corazón honesto, buscando primero el reino de Dios y luchando por la justicia con un hambre y una sed insaciables.
"Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra y mis dedos para la batalla". (Salmo 144:1)
El Señor es un "Guerrero". Estuvo con Moisés y el pueblo de Israel, destruyendo al ejército egipcio por ellos (Éxodo 14). El Señor estuvo al lado de David cuando luchó, y al lado de Débora y Gedeón y con tantos otros, que lucharon contra el mal en Su nombre. Como guerreros que dependemos de Dios, nunca nos alegramos de matar (Ezequiel 18:23), incluso nos entristece tener que expulsar el mal por la fuerza.
Busquemos la gracia de la paz y la misericordia de Dios. Enfrentemos este desafío de estar en guerra con las armas del Espíritu de Dios dentro de nosotros. Él nos hace más que vencedores. Esta es mi oración, como madre, por nuestros soldados.