- Una exhortación de Yeshúa a orar y seguir orando
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La oración es un tema tan importante. Encontramos a Yeshúa unas veinte veces en los Evangelios orando o enseñando acerca de la oración. Una de las enseñanzas más desafiantes es Su parábola sobre la viuda y el juez.
“Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: ´Hazme justicia de mi adversario.´ Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: ´Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia´.” (Lucas 18:1-5)
Hay muchas lecciones para aprender aquí:
1. Hazlo
La primera es que “debemos orar”. Es importante. Tenemos que simplemente "hacerlo". No es sólo una enseñanza teórica. Es algo para hacer, para poner en práctica. Aprendemos haciendo.
2. Orar en todo tiempo
Es correcto orar “siempre”, en todo momento, por todas las cosas y en cualquier situación. No es ocasional sino continua. La oración abre la puerta a una influencia espiritual positiva.
3. Orar enérgicamente
La verdadera intercesión es mucho trabajo. Yeshúa dijo “no desanimarse” ni “desfallecer”. Hay un precio emocional y psicológico; es extenuante. Pero tenemos que vencer, no cansarnos ni desesperar. El juez malvado dijo que la viuda lo estaba cansando. Pero no es el juez el que se cansa; es nuestra propia carne.
4. Demandas legales
Orar es como un abogado que hace demandas legales ante un juez. Dios, por supuesto, es un buen juez. La imagen del juez al que “no le importa nada” es para animarnos a hacer demandas fuertes. No está diciendo que Dios es indiferente.
5. Vencer el mal
Hay un mal inteligente y consciente en el mundo. Nuestras oraciones no están en terreno neutral. Tenemos que vencer a un “adversario” durante la oración. Hay una resistencia demoníaca deliberada a nuestras oraciones. Oramos contra las fuerzas del mal que se oponen a Dios.
6. Ser audaz y agresivo
Las oraciones no se basan en nuestra justicia propia. Dios nos ha dado justicia por gracia a través de Yeshúa. Sin embargo, vivimos en la carne en medio del mundo. Tenemos que abrirnos paso a través de toda la carnalidad para alcanzar el poder de Dios. Los buenos intercesores tienden a ser amables y humildes en su personalidad cotidiana, pero como guerreros en su vida de oración.
7. Ser fiel
Yeshúa cierra la parábola de la viuda y el juez, haciendo una pregunta (vs. 8): “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe?” Él dice esto en el contexto de la oración. Seamos como la viuda, orando con fe vencedora y con fidelidad constante.
Seamos como la viuda
La imagen de la viuda es la de una persona sin recursos materiales y humanos. La cuestión es que, debido a su posición humilde, ella pone toda su dependencia y énfasis en la oración. Es TODO lo que tiene. Así que pongámonos en una posición igualmente "inferior" en el sentido humano, y oremos con todo lo que tenemos.