Muchos nos han preguntado a lo largo de los años ¿Qué significa esta palabra “tikkun”
(pronunciada tee-koon)? “Tikkun” es simplemente la palabra en hebreo para “restauración”. Ahora tratemos de “desempacar” la palabra.
En el nuevo pacto la frase viene de Hechos 3:21 “a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos.” También es un concepto consagrado en el judaísmo: tikkun haOlam, o la reparación del mundo. En este contexto es la redención de todas las cosas que se anticipa cuando se revele el Mesías de Israel.
La palabra griega apokatastis- “restauración” en inglés- es traducida como tikkun/תיקוןen el hebreo moderno del NT. El nombre de nuestro ministerio refleja nuestro anhelo por el regreso de Yeshúa, cuando veremos la restauración de todas las cosas.
Restauración paralela de Israel y la iglesia
En la década de 1980, una serie de ministerios, incluyendo el nuestro, empezaron a hablar de restauraciones en el Cuerpo del Mesías que han de tener lugar antes de la segunda venida. Estas restauraciones incluyen esperanzas proféticas que van más allá de todo lo visto hasta ahora, incluso más allá de la restauración que existía en el primer siglo. Parte de esta restauración incluye el cumplimiento de Efesios 4:11-13 que enseña que un ministerio quíntuple completo –uno que incluye apóstoles y profetas– es fundamental para equipar al Cuerpo del Mesías para alcanzar una “medida de la estatura” de unidad, madurez y “plenitud” que es nuestro destino como Sus seguidores. Entendemos que esto incluye completar la obra de evangelismo mundial, causar celos a Israel (Romanos 11:11-13), y ver a la Iglesia llegar a ser todo lo que debe ser antes del regreso del Señor.
Varios líderes muy respetados subrayaron esta expectativa del tiempo del fin. El profundo maestro y figura apostólica, Derek Prince, hablo de la restauración paralela de Israel y la Iglesia. Vio que sorprendentes paralelismos habían estado ocurriendo desde finales del siglo XIX. Su enseñanza era asombrosamente similar a lo que nosotros estábamos entendiendo. El gran maestro pentecostal David Duplessis también estaba enseñando la restauración paralela, igual que Prince. Ellos entendían la restauración de Israel como paralela a las restauraciones que estaban teniendo lugar en el mundo de la Iglesia en el siglo XX. Por lo tanto, invitamos a Derek Prince a dar una conferencia para nosotros en 1982 sobre la restauración paralela. Su enseñanza sobre esto todavía está disponible en Ministerios Derek Prince.
Cuando miramos a través del lente de la "restauración", se convirtió en una clave para entender la historia de la Iglesia protestante. Los movimientos de la Reforma se veían a sí mismos como restauradores de la verdad y la práctica que se había perdido en la historia de la Iglesia. Luego, en el siglo XIX, muchos movimientos de restauración utilizaron el término. Aquellos que anhelaban ver al pueblo judío regresar a su tierra hablaban de ello como restauración y eran conocidos como restauracionistas. El pentecostalismo, hace más de 100 años, se vei a sí mismo como un movimiento de restauración con respecto al bautismo en el Espíritu, el poder de Dios y los dones del Espíritu que conducirían a la segunda venida.
Para muchos lideres, la idea de la restauración completa de todas las cosas después del regreso de Yeshúa parece clara. Sin embargo, debemos preguntar, "¿Qué cosas van a ser restauradas antes del regreso de Yeshúa?" ¿Es un retorno a las realidades del libro de Hechos en el primer siglo? ¿Es más que eso?
Restaurando la realidad del siglo I
Algo de lo que buscamos es simplemente la restauración de lo que existía en el primer siglo–un movimiento judío mesiánico–un remanente salvado de Israel, formado por discípulos judíos que vivían identificados como judíos. Este movimiento se expandió, especialmente bajo el ministerio de Pablo, para incluir a muchos gentiles que habían llegado a la fe en Yeshúa. Juntos formaron “Una nueva humanidad” de Efesios 2:15.
Segundamente, todas las congregaciones del siglo I estaban vinculadas en responsabilidad mutua al liderazgo apostólico y estaban en relación entre sí, sin embargo, el movimiento estaba descentralizado y no bajo una burocracia gubernamental. Las ciudades que llegaron a tener miles de creyentes se unieron bajo un ancianato de la ciudad. Había poder y crecimiento a través de señales y maravillas. Reuniones de grupos en casas eran características, aunque también había reuniones más grandes. La gente era discipulada a través de la intimidad de tales grupos. Hechos 2:42-47 nos da este patrón. Nos vemos a nosotros mismos como perseguidores de las comunidades de Hechos 2:42. Se entregaron a la enseñanza de los apóstoles, al partimiento del pan y a la oración, y reuniéndose de casa en casa.
Yeshúa oró en Juan 17:21 que fuéramos uno para que el mundo creyera. En Hechos 2 el Espíritu fue derramado en Pentecostés. Vemos allí la manifestación de la unidad “Todos estos estaban unánimes” (Hechos 1:14). Sin embargo, la unidad por la cual Yeshúa oró era mucho más que la unidad de esa primera comunidad.
Cuando estudiamos los primeros siglos de la historia de la iglesia, las luchas, divisiones y controversias nos sorprenden. Creo que la primera división fue el rechazo de los judíos mesiánicos y su estilo de vida judío en Yeshúa.[1] Aquí hay mucho material para la reflexión conectado con el tema de la restauración y cómo será el cuerpo del Mesías antes de su regreso.
En todas estas cosas oramos por restauración, por unidad, por el poder del Espíritu Santo, y por el abrazo de judíos y gentiles en la unidad y en sus llamados distintivos.
Más que la restauración del siglo I
Sin embargo, hay más que la restauración de los patrones del siglo I prometido antes de Su regreso. Yeshúa oró por una unidad que llevará al mundo a creer (Juan 17:21), que anticipa Su regreso.
NUNCA ha habido una unidad mundial entre los creyentes como aquella por la que Él oró. Hoy en día, anhelamos y trabajamos por esto. Nuestros amigos en la Alianza Evangélica Mundial, que representan 600 millones de creyentes, dicen que están trabajando y orando por esta gran unidad mundial junto con la unidad cooperativa en cada ciudad y región. Leemos que el evangelio del reino debe ser predicado en todo el mundo como un testimonio (yo interpreto esto como un testimonio completo con la demostración de Su poder); y entonces vendrá el final de esta Era (Mateo 24:14, 15). También se nos dice que los gentiles provocarán a Israel a celos, llevándolos a su plena aceptación y vida de entre los muertos (Rom. 11:14,15). Esto es MÁS QUE una restauración de lo que existía en el primer siglo.
Joel 2 indica que otro gran derramamiento del espíritu ocurrirá antes del “gran y terrible día” del juicio del Señor. Esto es mundial, en toda carne y más allá de una restauración de cualquier cosa que haya ocurrido, aunque hay grandes presagios a través de la historia.
Finalmente, en Efesios 4:11-13 leemos que los diversos dones de liderazgo que Dios proveerá (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) equiparán a los santos hasta que lleguemos a la unidad. El texto en griego de hecho dice que este equipamiento “continuará hasta” que lleguemos a esa profunda unidad que Pablo describe como “la medida de la estatura de la plenitud del Mesías”. Esto también está “más allá” de una restauración de lo que existía en el primer siglo.
Si, creemos en “tikkun”, en restauración, en una renovación de lo que era en los días de antaño. Pero también creemos en una manifestación de la gloria de Dios incluso más allá de una restauración de aquellas cosas que existían en el pasado.
[1] Justin Martyr, Diálogo con Trifón el Judío (130-150 A. D) en Padres ante Nicea, La Epístola de Barnabas, (100 A. D), Ignacio de Antioquía habló de la inutilidad de todas las cosas judías, El obispo Ambrosio permitió la quema de sinagogas y dijo que no era un pecado. Para más información ver James Parkes, El Conflicto de la Iglesia y la Sinagoga, (1969) Cap. 4. Vea el rechazo oficial de la vida judía en Yeshúa en el Concilio de Alvira, 307, Antioquía 316, y el concilio de Nicea II, (787)