Cuando escribí el libro Relaciones de pacto, tenía en mente tanto el Gran Mandamiento como la Gran Comisión.
El Gran Mandamiento nos dice que amemos a Dios y nos amemos los unos a los otros (Levítico 19:18, Deuteronomio 6:5, Lucas 10:27). Amar a Dios puede ser un poco más fácil porque Él es perfecto. El problema de amar a la gente es que ellos no lo son.
Si hemos de amar a personas reales con problemas reales, debemos tener un marco y principios rectores. El marco es el pacto—los principios son dobles: lealtad e integridad.
La Gran Comisión incluye compartir el evangelio hasta los confines de la tierra (Hechos 1:8), orar por un avivamiento mundial (Hechos 2:17) y la restauración de todas las cosas desde la creación (Hechos 3:21). Esas tareas son demasiado grandes para cualquiera. Sólo hay una forma de proceder: debemos trabajar en equipo.
Para trabajar en equipo y en cooperación debemos, de nuevo, tener un marco y unos principios rectores. El marco es el pacto—los principios son la lealtad e integridad.
Sin la Cruz - Esto no funcionará
El problema es que ¡no funciona! Aun con pacto, lealtad e integridad, nuestras relaciones están condenadas al fracaso. ¿Por qué? Porque los seres humanos seguimos siendo egoístas y pecadores. Necesitamos algo más que nos ayude. Aquí es donde entra la cruz.
Hay un conflicto entre lealtad e integridad. Todos a los que tratamos de ser leales carecen de integridad en algún aspecto. Hay una brecha entre el deseo de permanecer fiel a esa persona y el hecho de que esa persona carece de integridad (hasta cierto grado). ¿Cómo puedo mostrar lealtad a alguien que carece de integridad?
Necesitamos gracia. Para permanecer fieles a personas que no son perfectas, debemos elegir la cruz; debemos elegir amor sacrificial; debemos elegir conceder gracia cuando el otro falla. Nuestra gracia hacia los demás debe reducir la brecha cuando ellos fallan. Debemos asumir sus fallos y debilidades sobre nosotros mismos. Eso es doloroso. Eso exige fe.
Los principios de pacto por sí solos no son suficientes; deben llenarse con una actitud similar a la de la Cruz, con el amor de Yeshúa, quien murió en la cruz por nosotros cuando fallamos. Nos mostró lealtad cuando no actuamos con integridad. Tenemos que actuar así con los demás, y ellos tendrán que actuar así con nosotros. Sólo así las relaciones de pacto pueden triunfar.