top of page

Tres derramamientos del final de los tiempos

Writer's picture: Asher IntraterAsher Intrater

He aquí tres profecías significativas del derramamiento del Espíritu Santo en los últimos tiempos. Dos tienen que ver con el renacimiento, una con el juicio.


Zacarías 12:10 Yo derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a Mí, a quien han traspasado....

En esta asombrosa profecía mesiánica, el mismo que dice “Yo” derramaré el espíritu, también dice, me mirarán a “Mí”. El que derrama el Espíritu es el mismo que fue traspasado.

Esta profecía se refiere a un espíritu de revelación que le dará a entender al pueblo de Israel que Aquel a quien traspasamos (crucificamos) es en verdad el salvador divino, Yeshua el Mesías.


La segunda es similar pero más global.


Hechos 2:17-18 Y sucederá en los últimos días que derramaré Mi Espíritu sobre toda carne... Derramaré Mi Espíritu.

Pedro cita al profeta Joel al explicar el bautismo del Espíritu Santo y el fuego en la mañana de Pentecostés. Parece estar indicando que habrá un derramamiento similar del Espíritu Santo en los últimos tiempos, pero con un alcance mucho mayor.


El derramamiento en Jerusalén descrito por Zacarías es parte de la promesa de que “Todo Israel será salvo” – Romanos 11:26. El pueblo de Israel recibe la revelación acerca de Yeshua, lo cual resulta una oleada de salvación por toda la nación. El renacimiento en Israel está conectado con el renacimiento mundial. “Derramaré Mi espíritu sobre toda carne...” es paralelo a “Derramaré sobre la casa de David…”


En el final de los últimos tiempos, siete ángeles reciben instrucciones de derramar siete copas de oro del castigo de Dios.


Apocalipsis 16:1 Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

Estas copas de ira son en realidad evidencia de la gracia de Dios, ya que es la última advertencia antes del juicio del Lago de Fuego. Las copas de ira son medidas extremas en un último esfuerzo para salvar a aquellos que se dirigen hacia el castigo eterno.

El mismo Espíritu Santo empodera a los santos, llama a los pecadores al arrepentimiento y juzga a los malvados. La tribulación y el renacimiento ocurren simultáneamente. Tanto la compasión de Dios como Su santidad se muestran abiertamente al mundo.

bottom of page