Pablo concluye su enseñanza de Un Nuevo Hombre en los primeros 6 versículos del capítulo 3 de Efesios. Lo llama un “misterio”, y luego “el misterio de Cristo”, que le fue encomendado únicamente a él por la gracia de Dios. Incluso declara que este misterio es algo que no fue revelado (o al menos no de la misma manera) a los profetas del AT; pero ahora está siendo revelado a/por los apóstoles y profetas del NT. Concluye: en concreto, que los gentiles son coherederos y miembros del cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús en el evangelio… (Ef. 3, 4-6).
Aquí, el Apóstol usa tres palabras compuestas en griego para describir el misterio: synkleroma, sysoma, synmetoka, todas comenzando con el prefijo “syn”, del cual obtenemos las palabras en español como sincronizar, sintetizar y sinergia. Los eruditos griegos del NT nos dicen que es difícil captar la influencia de estas tres palabras en otros idiomas.
Primero es synkleroma, “coherederos”. Este término legal sugiere no solo una igualdad de privilegio compartido, como en dos socios comerciales o miembros de la familia que comparten ganancias o una herencia; no simplemente “coherederos” como los dos hermanos en la historia del hijo pródigo, es decir, “tenemos un padre común, yo obtengo mi parte y tú obtienes la tuya”; en cambio, es más como dos "hermanos de sangre" que se han unido por completo, totalmente dependientes el uno del otro para cualquier herencia, esperanza y éxito que puedan esperar recibir de su padre en común. En el Mesías, los judíos no obtendremos nuestra herencia fundamental del padre hasta que las naciones obtengan la suya, ¡y viceversa!
Segundo es sysoma: pueblo “co-cuerpo”, “de un solo cuerpo”. Como en Romanos 12:5 o 1 Corintios 12:27, el Apóstol describe la ecclesia con un término orgánico y biológico: somos un cuerpo vivo y Cristo es la cabeza. Ahora, en el Evangelio del Mesías, judíos y gentiles se han convertido en un organismo viviente, con la misma sangre espiritual de Cristo uniéndonos; tenemos el mismo ADN celestial, somos de la misma familia/hogar. (Juan 1:13) Lo que le ocurra a una parte del cuerpo afecta al cuerpo entero.
El último es synmetoka—“participantes de la misma promesa” en Cristo Jesús. “Promesa” está en singular, no “promesas”. De acuerdo con el resto de los escritos de Pablo, podemos entender que se refiere específicamente a la promesa prefigurada del Evangelio hecha a Abraham, como se enseña en Romanos 4, 8:17 y en Gálatas 3:26-29. Romanos 4:11-17 reúne estas ideas desde Efesios 3:6 y otros capítulos de este libro.
A Abraham se le hizo una promesa (singular), descrita en dos maneras: que sería el “heredero del mundo” y que sería “padre de muchas naciones”. El increíble misterio del Evangelio es que juntos en Cristo Jesús (¡el hijo supremo de Abraham!) judíos y gentiles son coherederos de la misma promesa abrahámica; somos miembros de la misma familia Mesiánica (el cuerpo del Mesías); y todo esto se basa en la misma promesa que se le hizo a nuestro padre/antepasado en común: Abraham.